Concluye el proyecto financiado por la Junta de Comunidades Castilla La Mancha, comenzado en 2019
Pese a los esfuerzos realizados por el gobierno de Bolivia – especialmente con la promulgación de la Ley 348 “Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia”- la violencia contra las mujeres es la violación de derechos humanos más generalizada, tolerada y naturalizada que se da en Bolivia, donde según datos de ONU Bolivia 7 de cada 10 mujeres sufren de violencia de todo tipo en el hogar pero también las relaciones violentas que vulneran sus derechos también son parte del espacio público como violencia sexual, acoso callejero, discriminación laboral, etc.
Estas expresiones de violencia, perpetuada por comportamientos machistas y patriarcales, si bien tiene como víctima principal a las mujeres, no solo se quedan en ellas, ya que las acciones de agresión terminan extendiéndose hasta el espacio intrafamiliar (prioritariamente hijos/as) mediante la agresión física, psicológica o sexual.
Con este proyecto financiado por la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, se ha contribuido a erradicar la violencia de género e intrafamiliar en El Alto, pero desde un enfoque muy novedoso allí: conseguir convertir en los hombres en aliados para acabar con la violencia contra las mujeres. Para ello se han abierto las puertas del centro terapéutico Sartasim Warmi en El Alto, gestionado por la Fundación Levántate Mujer, donde se ha trabajado con hombres generadores de violencia, que han asistido terapias individuales y colectivas para que cambien su comportamiento y la concepción de masculinidad hegemónica que aprendieron desde pequeños, muchos de ellos provienen de hogares donde se ejerció violencia y reproducen esos mismos comportamientos con sus familias.
También se ha trabajado con grupos de hombres referentes sociales, como policías y maestros, para que identifiquen que esos comportamientos machistas y patriarcales, muy enraizados en Bolivia, vean que son tóxicos y perjudiciales y puedan en el ejercicio de sus profesiones, y como individuos, defender la igualdad de género y contribuir a alcanzar una sociedad libre de violencia contra las mujeres.
Pero, obviamente, la violencia ejercida por los hombres tiene unas claras víctimas, las mujeres, sus hijos e hijas, y es necesario atenderles también. Por ello, en Sartasim Warmi, se han incrementado los grupos de apoyo a mujeres, niños, niñas y adolescentes, para que sean capaces de romper con esos círculos de violencia, que ellos también reproducen ante individuos inferiores. Con estos grupos de apoyo, se ha logrado que las mujeres creen redes de sororidad, lo que les permite, que una vez acabadas las terapias sigan contando con esas redes que las den el soporte en caso de necesitarlo. El trabajo conjunto, de los 3 grupos también se ha reforzado, con las terapias y encuentros familiares, donde se ha trabajado la ruptura de ambientes violentos y tóxicos en el hogar para convertirlos en ambientes cálidos y afectivos.
Y por supuesto, estas acciones, que tienen como beneficiarias a personas individuales, pueden quedar en nada, si no se trabaja a nivel colectivo, y la mejor manera es educar a los niños, niñas y adolescentes para que cuando crezcan no se conviertan en las nuevas víctimas o victimarios. Por ello, se han dado talleres sobre el cambio en la visión de la masculinidad hegemónica y la feminidad subalterna al que acudieron casi 1.000 estudiantes de dos unidades educativas de El Alto.
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